Recargar saldo a los teléfonos ya no es un problema. Tras las ventas de los primeros celulares aparecieron las tarjetas telefónicas, hechas en una especie de cartón que contenía un código secreto con el que, al introducirlo en el teléfono, se aumentaba el saldo. Después de esa modalidad, para hacerse por llamadas o mensajes de texto, comenzó la era del “Recarga aquí”, la frase más vista en cualquier tienda que se ve opacada por varios avisos que invitan a ello.
En Venezuela, servicios de telefonía como Movilnet y Digitel han hecho grandes intentos para aumentar las posibilidades de recargas de sus usuarios a través de páginas web o cuentas bancarias.
Sin embargo, Movistar se ha vuelto el jugador ágil en el tema. Además de ofrecer recargas por medio de sus tarjetas, sitio web y cuentas de débito o crédito, presentan una central, parecida a un cajero, en la que cada persona puede aumentar su saldo. Una pantalla táctil da la bienvenida al sistema preguntando cuál es el número al que se desea recargar, luego se escoge el monto y seguidamente se introducen, uno a uno, los billetes necesarios para pagar el total. A partir de allí, un mensaje de texto separa al usuario de la confirmación de su recarga. Los montos van de 60 bolívares en adelante y el proceso no demora más de dos minutos.
Después de ver crecer tecnologías como esta en el ámbito de la telefonía, es común preguntarse hasta que punto será bueno avanzar. ¿Podría verse perjudicado el trabajador gracias a estas mejoras? Tal vez gerentes o jefes hayan decidido prescindir de la persona que antes se encargaba de recargar saldo a los teléfonos que llegaban a sus manos, por la eficacia y mayor rapidez de una central auto gestionable para sus clientes. No obstante, la tecnología no se detiene por esas interrogantes.
Sinaí Pérez
PUBLICADO: 21 de septiembre de 2015