En Atlanta, Estados Unidos, falleció en la madrugada de este viernes un gran venezolano, Don Rafael Tudela Reverter, buen empresario y mejor persona, un hito de aquella Venezuela que tantos hoy añoran. Tenía 82 años. Dicen que el último aliento lo encontró rodeado de su familia, hijos, nietos, biznietos. Faltaba Mariajosé, el gran amor de su vida, fallecida hace casi un año. Tudela vivió en Estados Unidos --Miami y luego Atlanta-- desde el año 2000, después de sufrir una infame y cobarde agresión en su casa de Valle Arriba, cuando una gavilla de malvivientes vaya a saber guiados por quién, irrumpió --con la excusa del robo-- propinándole una golpiza que no lo mató por mera casualidad. O tal vez porque su fortaleza física era superior. Igual a su estatura ética y su don de gentes.
Sibarita, miembro de la cofradía francesa Chevalir de Taste Vin, disfrutaba comiendo y maridaba siempre Armagnac con Montecristo. Ingeniero de profesión, amante de la vida y dueño de infinitos amigos, fue próspero en el difícil negocio petrolero --que inició nada menos que con la compra venta en el mercado spot-- y exitoso en otros emprendimientos, incluyendo el hotel Tamanaco, del cual fungió como regente --sin serlo, porque la gerencia era como es hoy, de Intercontinental-- pero donde lucía como un emblema de marca, genio y fiigura, suerte de embajador del buen gusto con una sonrisa siempre ancha, siempre atenta. Algo que el hotel --de paso-- nunca volvió a mostrar después de su partida.
Murió Tudela. Un maestro jugando al ajedrez. Un hombre astuto y muy hábil en los negocios, un millonario sencillo, si los hay. Con espíritu atrevido, picardía en los ojos y un corazón enorme como valor agregado. Alguien con quien valía la pena sentarse a conversar para oírlo y saber que escuchaba. Un señor --valga el lugar común--, en el mejor sentido de la palabra. Un muy buen tipo al que hace demasiado tiempo que extrañamos. Y que hoy dijo adiós para siempre sabiendo, seguro, que ya había cumplido su misión entre nosotros. Paz a tu alma, Rafael. Dios te bendiga.
Raúl Lotitto
PUBLICADO: 28 de marzo de 2014