No tengo dudas: Venezuela es un país donde contamos con un gran talento creativo. Lo prueba que una gran parte de nuestra población logra sobrevivir ganando tan sólo salario mínimo, lo cual, sin dudas, requiere de una buena dosis de creatividad. Además, nos hemos acostumbrado a vivir en medio de una crisis permanente; y sin embargo somos uno de los países más felices del mundo, según algunas investigaciones. Para mí esto es ya el colmo de la creatividad.
Hace años le escuché a una buena amiga una reflexión que me gustó: “creatividad hay mucha en los manicomios, pero esa no nos sirve para nada. La creatividad que sirve es la que se puede llevar a cabo, la que se ajusta a un presupuesto, a unos recursos, a un cronograma, tiene objetivos claros y al final produce un resultado tangible”. Creo que esta idea está muy en línea con el pensamiento de David Ogilvy: “si no vende, no es creativo”.
Venezuela no ha contado con buena suerte en los festivales internacionales de publicidad. Podríamos decir que ha brillado por su ausencia, en este sentido. Esto, para algunos, podría ser prueba de que nuestras capacidades creativas, en el ámbito publicitario, son limitadas. Pero creo que lo que realmente prueba la capacidad creativa de un país, en términos publicitarios, es el promedio de la publicidad que se hace en ese país y no únicamente las piezas que participan en estos concursos.
No creo que a la publicidad venezolana le falte capacidad creativa, en este sentido, lo que nos hace falta es inspiración, osadía, un poco de locura y principalmente humildad para reconocer nuestras deficiencias. Después serán necesarios por supuesto lobbyy contactos.
Como creativo venezolano que soy, podría también agregar que efectivamente, nuestro trabajo se caracteriza por una cierta falta de identidad que nos ayude a posicionarnos con un sello propio, con un estilo fácil de identificar.
Cuando vemos publicidad de Brasil, México o Argentina, claramente identificamos el país de origen y no solo por el acento de quienes hablan. De alguna manera, en estos mercados se ha generado una propuesta propia, un estilo, una escuela. Eso se refleja en su publicidad y actúan como especie de marcas registradas, que favorecen, dan puntos y son altamente valoradas por los jueces de los grandes festivales. Eso, a nuestro trabajo, le falta sin duda.
José Ignacio Cabrujas decía que la autenticidad de los venezolanos radica en ser perfectamente “inautóctonos”. Por eso “al venezolano le cabe el mundo”, afirmaba. Yo también creo que ese es un rasgo extraordinario de esta gran sociedad y que eso es muy positivo, pero en los festivales internacionales de publicidad, a lo mejor, no tanto. Porque al final, no somos “ni chicha, ni limonada”, frase muy creativa por cierto.
Para mí la creatividad, además de un oficio, es también una de las herramientas fundamentales con la que contamos para alcanzar la felicidad, que para mí es levantarme en las mañanas y descubrir que todavía estoy vivo, que se me ocurren ideas interesantes y alguna que otra locura. En eso, que para algunos puede ser de una simpleza imperdonable, yo encuentro, humildemente, una filosofía que reviste una real profundidad. A lo mejor por eso es que, siendo yo brasilero, he vivido en Venezuela por más de 20 años y siento que es en este país maravilloso, creativo, donde todos estamos un poco locos, el único en el mundo donde no me siento extranjero.
Roberto “Bobby” Coimbra
Presidente de Grupo Ogilvy
PUBLICADO: 12 de marzo de 2014