Luego de las vacaciones decembrinas ha sido tradición comentar en el reencuentro con los compañeros de oficina lo que ha hecho cada uno en su tiempo libre. En el pasado salían a relucir viajes a Europa y Estados Unidos o a Margarita y Andes venezolanos para aquellos con presupuestos menores. También se hacían menciones a los regalos que cada uno de nosotros hizo con los más pequeños de la casa. Todo fue así, hasta que poco a poco el gobierno nos sumergió en esta crisis que algunos llamamos apocalipsis criollo.
En 2015, el retorno a la oficina fue muy diferente a años anteriores. Pocos tuvieron la oportunidad de ir a Europa o Estados Unidos sencillamente porque no había pasajes disponibles, por lo menos no los había pagaderos en moneda local. Aquellos que tenían una tarjeta de crédito extranjera pudieron conseguir un cupo, pero eso sí, la tarifa incluía un recargo de casi el 50 % por que era un vuelo que tocaba un aeropuerto venezolano. Con esto se confirma que cada venezolano paga individualmente las consecuencias de la política de maula que el gobierno ha tenido con las líneas aéreas.
Los que se fueron a Margarita debieron soportar demoras de varias horas y una vez en la isla comprobar que había poco o nada para comprar. En materia de regalos, “los estrenos” de los muchachitos fueron escasos y discretos. En estas navidades al “ no hay” se sumó el “ no puedo” debido a los precios que juguetes, textiles y calzados exhibían, a pesar de las fiscalizaciones hechas por personal de la Superintendencia de Costos y Precios Justos, quienes en algunos casos hicieron rebajar precios de la mercancía de algunas tiendas para comprarlas ellos mismos tal como ocurrió en una tienda de regalos del Centro Comercial El Recreo. “ Zamuro cuidando carne” dirían en el llano.
Sin embargo, la escasez fue el tema central de toda conversación, a tal punto que el reencuentro entre compañeros de oficina se interrumpió por qué un mensajero avisó que había jabón en polvo en el Farmatodo de Sabana Grande. En pocos minutos la oficina quedó vacia y casi todos nos reencontramos en la cola del Farmatodo. Intento fallido por qué al poco tiempo se había acabado el jabón.
La guinda del pastel, la puso el ministro Villegas al señalar que “ las colas las hacían hijos de papa infiltrados para descarriar al pueblo”.
Mario Gil
VP de Planificación Estratégica
Grupo Editorial Producto
PUBLICADO: 09 de enero de 2015