El año 2013 marcó una inflexión en el patrón de restricciones a la libertad de expresión en el contexto nacional. Luego de las elecciones presidenciales persistieron tres grandes tendencias: a) concentración de la oferta de contenidos; b) hostigamiento gubernamental creciente a medios independientes y críticos; y c) cambios en el uso de los medios en procura de contenidos informativos y de opinión.
La concentración en la oferta informativa y de opinión es visible en los cambios asociados a la perspectiva editorial de medios audiovisuales e impresos por la compra, como en el caso de Globovisión o los medios de la Cadena Capriles, o por efecto de la presión gubernamental que deriva en temor y autocensura en el caso de otros medios. Se mantiene el uso reiterado de las cadenas obligatorias de radio y TV que suma al desbalance en la circulación de ideas e informaciones.
El hostigamiento gubernamental a los medios independientes es una política de Estado, visible en las descalificaciones públicas a la cobertura noticiosa de medios impresos, digitales y audiovisuales. Se expresa, también, en el mayor uso de los mecanismos judiciales para castigar informaciones incómodas como las relativas a la inseguridad, escasez de productos o inflación. El discurso pretende deslegitimar a los medios y periodistas; ocurren hechos violentos contra reporteros; y persiste la impunidad en estas agresiones.
El año 2013, se caracterizó por la reducción de oferta informativa para los sectores de oposición. Estas audiencias migraron a otras plataformas basadas en la web o aumentaron la lectoría de los medios impresos. Las audiencias interesadas en productos informativos y de opinión se refugiaron en las redes sociales, algunas estaciones de radio, sitios o portales informativos y en la plataformas de comunicación televisiva basadas en la web, como El Universal TV (EUTV).
La posibilidad de cambio en estas tendencias serían factibles si ocurriera una reconfiguración de las relaciones políticas a partir del reconocimiento gubernamental de la diversidad de visiones de la sociedad y su pertenencia como sujetos de derecho activos en el país. Los discursos oficiales mantienen el encono contra la oposición y persiste una desconfianza mutua sobre las intenciones de cada uno de los sectores políticos.
Los factores que mantienen la incertidumbre son de naturaleza estructural y no parecieran reducirse en el porvenir inmediato. Los resultados electorales mantienen espacios importantes de interlocución pública para cada una de las visiones políticas que cohabitan en Venezuela.
Es previsible que una porción muy grande de la sociedad tendrá una oferta limitada de productos informativos y de opinión. Ello es favorable para desarrollar iniciativas novedosas para esa demanda. Al mismo tiempo las personas son más proclives a cambiar sus patrones de uso de los medios de comunicación para acceder a información censurada en los canales tradicionales.
El país, en el año 2014, también estará afectado por importantes desafíos económicos que requerirán mayor tino político para garantizar la gobernabilidad. Es previsible que la libertad de expresión siga asediada y al mismo tiempo observaremos conductas oscilantes entre la resilencia o la resignación en la sociedad venezolana. Del giro de estas conductas depende la persistencia misma de la libertad que posibilitaría las mejores soluciones para los desafíos pendientes en Venezuela.
Carlos Correa
Director de la ONG Espacio Público
PUBLICADO: 12 de marzo de 2014