Española, vasca para más datos, autodidacta, generosa y trabajadora incansable, fue la diseñadora más reconocida en el país por su trabajo en publicaciones de El Nacional, revistas como Elite y Momento y libros de arte. Madre de los periodistas Txomin y Estibaliz Las Heras, el dibujante Eneko y el publicista Mikel Las Heras, Karmele deja un legado enorme y un recuerdo indeleble. PRODUCTO pidió a los periodistas y diseñadores Eduardo Orozco --que la conoció mucho-- y Ana Black, que nunca la vio personalmente, sendas notas de despedida. Son las que siguen.
Maestra y señora del diseño
Por Eduardo Orozco
Recordarla es evocar su sonrisa, una mirada triste y los ojos iluminados, es como decir que nunca caerá en el olvido.
Todo aquel que la conoció solo tiene palabras de afecto y reconocimiento a su amistad y su profesionalismo: maestra, madre, la señora del diseño, una gran guía, llevaba el diseño en la sangre, una gran influencia.
Llegó a Caracas al final de la II Guerra Mundial y, desde el primer momento, la atrapó para siempre el olor de la tinta, el sonido de la imprenta, el ambiente frenético de la redacción en la era del plomo de la tipografía. Fue un flechazo a primera vista, a pesar de ser la única mujer en medio de hombres apurados, que gritaban órdenes todo el tiempo.
Karmele decía que no tuvo maestros para abordar el diseño, “solo mis ojos”: afirmaba que el periodismo pierde fuerza si el diseño no ayuda. Su gran capacidad de observación le permitió percibir la estructura invisible de las grandes revistas internacionales de la época y aprendió rápido, solo esperaba esa oportunidad.
Luego, reconoció que las primeras instrucciones de su padre, en Tipografía Vargas, y, posteriormente, indicaciones del colombiano Plinio Apuleyo, le permitieron aventurar cambios en la revista Elite, uno de sus primeros retos. Comenzaba una carrera que conquistó el respeto de la gente del medio que dibujó en su rostro la sonrisa que la acompañó toda la vida, hasta donde tuvo memoria.
Posteriormente fue la primera mujer en la secretaría de redacción de El Nacional, trabajó en la revista Momento y fue Directora de Arte de Domingo Hoy.
Tuvo una trayectoria sin desviaciones hasta convertirse en “maestra” y “señora” de la edición gráfica.
Un acto de justicia y de amor, fue el reconocimiento que recibió en 2009, en el marco del Seminario Diseño de la Información que coordinó la periodista Carmen Riera, a quien Karmelellamaba, cariñosamente “Carmenchu”.
Todos nos quedamos cortos al intentar describir su profesionalismo. Más que periodista, comunicadora; sabía llegar a los lectores; gran conocedora de la herramienta tipográfica, tenía un carácter gráfico en todo lo que hacía; sólidos criterios de jerarquización; especial sensibilidad para el diseño e incorporó el contraste mediante el uso de los blancos.
Recordaremos siempre a la “maestra” y amiga.
Pionera de alta gama
Por Ana Black
Yo, a Karmele, la conocí a través de su trabajo… y de chaflán.
Sus diseños y diagramaciones fueron el hilo conductor de una relación que ella nunca supo que manteníamos.
Cuando empecé a estudiar diseño gráfico en 1977 no se sabía qué era eso y todo era más lento. El estudio de la tipografía -aquí- era complicado porque no había referencias. Solo en bibliotecas especializadas y tras ansiosas búsquedas actualizábamos conocimientos y nos poníamos al día. Era, de verdad, como ser explorador del espacio en carrucha.
Todo se investigaba a pie y con mucha paciencia. Las letras no se conseguían al golpe de un click y no teníamos que indagar en interminables y esperpénticos catálogos. Para entenderlas, las dibujábamos a mano. Se llamaban fuentes y había pocas y muy serias, cada una con su función: hacer que aquello que se escribía, pudiera leerse bien. Si además se podía hacer bello, pues mucho mejor.
Y aquí entra Karmele: el día que vi una página de un diario nuestro diseñada con gracia y carácter, con un títular que se plantaba, hablaba, se distinguía según fuera su contenido. Hasta entonces mis referencias de buen e innovador diseño editorial eran suizas o inglesas; ver que alguien que en Caracas se burlaba de la rigidez de las 8 columnas sin que se notara, que cambiaba la fuente para resaltar el texto, que aumentaba tamaños y burlaba márgenes me entusiasmó al máximo. Era el salto a la vanguardia gráfica en un periódico venezolano.
La conocí después a través de Eneko y de Estitxu, dos de sus hijos, quienes siempre contaban las cosas de "la ama". En persona nunca la vi, pero a través de esas anécdotas y comentarios encontré a la mujer divertida y sensible que percibía yo en las sutilezas de sus diseños.
La admiro mucho porque fue pionera de alta gama. Deja una estela.
PUBLICADO: 05 de febrero de 2021