Youtube

Navidad: la tienda de la discordia

La inauguración de Joy, una tienda que en el hotel Tamanaco vende espectaculares adornos navideños, despertó la ira en redes sociales: llamaron a su dueño “enchufado” y acusaron de “vendidas” a la cantante Kiara y la modelo Cinthia Lander, actoras de su video promocional. Román Lozinski salió a opinar sobre el tema. Y allí está el rollo prendido.

Invertir y trabajar incansablemente para hacer triunfar una empresa propia es el norte de todo emprendedor serio. Es lo que parece estar haciendo desde hace 5 años Jesús Font (40), un licenciado en administración de empresas que, tras renunciar a su trabajo en un grupo médico en 2015, viajó a Estados Unidos para “explorar” y arrancó un negocio vendiendo bambalinas y otros adornos navideños, inicialmente importados, en espacios de la mueblería Zientte, en Las Mercedes.

Luego empezó a fabricar. Hoy emplea 217 trabajadores, produce en un galpón de La California y en los sótanos del edificio Parmalat, en Macaracuay. En el piso 8 está la administración. Los productos más espectaculares son importados.

El año pasado montó una feria de fin de año en uno de los locales propiedad del Tamanaco (el que supo tener el banco Provincial) cuyo arrendamiento paga con intercambio, decorando de Navidad el propio hotel. Esos locales desde hace tiempo están en su mayoría desiertos, igual que el hotel. Parece que le fue bien porque este año repitió, con mucho mejor look, incluyendo un jardín artificial con café gourmet (Carbone) y exhibiendo productos navideños de alta gama. Principalmente los cascanueces (muñecos con movimiento) y arbolitos de exquisito gusto. El negocio se llama Joy Arte y Decoración. Y de verdad deslumbra. Es posible que nunca haya habido nada parecido en Caracas. Ni en aquella Venezuela que llamaban saudita. La que tan poca importancia se daba a sí misma. Y que hoy la mayoría añora.

Quizá tanta belleza alebrestó la psique colectiva que mueve sus demonios a través de las redes sociales; y desde la apertura -10 de septiembre- sobre todo Twitter sirvió como catapulta lanza piedras contra “ese enchufado” y las presentadoras de su cuña publicitaria que rodó también en redes: la cantante Kiara y la ex Miss Venezuela y modelo Cinthia Lander, a quienes los guerreros del teclado llaman, como mínimo,  “traidoras”. Kiara, políticamente una notable opositora, respondió duro. Font no.

Tampoco pone la otra mejilla, claro. Ante PRODUCTO asoma en defensa de su marca, que en inglés significa alegría, afirmando que su único deseo -además de vender- no es otro que “regalarle a Venezuela un mensaje de amor en época decembrina”. Dice que fue “un honor” que Kiara cantase Navidad con Joy -el tema de su comercial de este año- “porque ella es una gran artista y además una mujer de valores que representa cualquier cosa diferente a lo que es este gobierno; y para mí eso es súper importante”. Pero resalta no haberse metido jamás en política y en el mismo sentido reivindica a Cinthia Lander: “una niña muy elegante, de buena familia que, como nosotros, no ha estado nunca en líos de ningún tipo”.

Pero obviamente la andanada lo alcanzó: “No voy a negar que fue fuerte al principio”, admite, “pero hoy tengo el celular y las redes full de mensajes de personas que ni conozco y nos han defendido, hasta desde fuera del país y eso me emociona, nunca lo imaginé”.

Quizá la clave es que quien salió a cruzar los ataques fue una notable figura pública, el periodista Román Lozinski, que tocó el tema a modo de editorial en su muy escuchado programa por 99.9 y lo subió luego a Instagram. Ir con su manifiesto al mismo terreno en el que se atacaba a Joy, viralizó el mensaje. Bingo.

Contactado por PRODUCTO, Lozinski dijo: “primero, no tengo relación comercial ni personal con Jesús Font, a quien conocí hace un año cuando fui a comprar en su tienda. Aquella vez me contó su emprendimiento, me sorprendió y lo entrevisté. Pero este año, al ver lo que tanta gente decía en redes, decidí hablar porque a mí no me gustan las injusticias y creo que con Font se está cometiendo una. Rechacé siempre el uso de las redes sociales para atacar a quien sea, políticos, periodistas, empresarios, lo que sea. Eso es muy destructivo, en un todos contra todos que parece que no va a parar nunca, con adjetivos calificativos sin análisis ni fundamentos de base. Muchas veces he pensado en salirme de las redes, pero eso sería darle la razón a quién no la tiene, por eso publiqué el video”.

Lo sorprendente -o no- es que el día después tenía 170.000 reproducciones y 5000 mensajes de agradecimiento. “Fue emocionante y me llamó la atención que todo el aparato productivo del país, desde lo más alto hasta lo más sencillo, escribió dándome las gracias por el mensaje y me encantó la coincidencia de pensamiento con tanta gente, lo que permite afirmar que los ruidosos de las redes son la minoría”.

Claro que no todas fueron rosas. Lozinski admite que también hubo quienes marcaron diferencia en cuanto a su posición “con argumentos muy sensatos en algunos casos”. E incluso cuenta -cuidándose de dar nombres- que recibió comentarios “de renombrados políticos opositores que me dijeron: ‘nosotros estamos apuntando a cambios en el país y una imagen como la que da Joy en su cuña y en la tienda no nos ayuda en nada’. Y yo digo: entonces qué: ¿todos en Venezuela tenemos que ser más miserables para que ustedes cumplan su cometido?... No me parece justo”.

Para concluir Lozinski reflexiona: “las redes no son Venezuela y Venezuela no es las redes. Las frustraciones de la gente y las limitaciones a las que estamos sometidos, no pueden expresarse atacando a los demás, hay que evitar esa práctica y debemos igualarnos hacia arriba, no hacia abajo”. Verdad de Perogrullo.

Font acompaña ese pensamiento a su modo: “tenemos que aprender a ser tolerantes y entender que, si a uno le va bien, no tiene por qué venir del mundo del chavismo, porque no es así. Hay gente honesta y trabajadora que suma por este país y tenemos que alegrarnos de su éxito. Venezuela no ha dejado de ser un país de oportunidades; depende de nosotros”. También es cierto que el pleito, que amainó un poco al quinto día, ha sido el mejor aliado publicitario de Joy. Y casi gratis. Se sufre pero se goza.

La psicóloga Auxi Scarano, consultada por PRODUCTO, define el fenómeno de ataques masivos en las redes como “linchamiento social”. Porque aunque haya una ilusión de acción individual (las cuentas de Twitter son personales) “se actúa de manera grupal y le caen a la piñata dándole palo indiscriminadamente, de modo reactivo, en un claro fenómeno colectivista que sorprende por su desproporción”.

Agrega que es un accionar inconsciente “donde los agresores actúan con base en sus propias frustraciones” ¿Y qué hay detrás de eso? “Analizando el contexto, este es un país con dos pandemias: una es el Covid y la otra es social y política, donde no hay espacio para la libertad de expresión ni para drenar socialmente de modo normal”, dice Scarano: “entonces las redes son una especie de continente heterogéneo donde hay pocos que piensan y reflexionan. La mayoría responde a un impulso: drena, descarga y saca”.

Y prosigue: “hay en el país frustración acumulada por mucho tiempo, donde además del grave problema económico y  la falta de bienestar general, está la pérdida de calidad de vida, de referentes de valor, hay cortes de luz, falta de gasolina, crispación política y en medio el virus y la cuarentena que moviliza el miedo a la muerte. Todo esto hace que la sociedad esté metida en un pozo depresivo que genera un rechazo exagerado al triunfo de otros, al logro ajeno. Y eso activa la agresión. Se pega un gentío que saca su rabia sin pensar. Y todo lo malo que le pasa a uno tiene que ver con el gobierno, con el chavismo o con los enchufados”.

De pronto, aparece otra reflexión interesante: “a uno no le queda claro si el que ataca termina envidiando al supuesto enchufado. Por ejemplo, en este caso de Joy, hay una estética preciosa versus un país que parece un rancho. Y tenemos tan lejos la festividad navideña, que en un momento da por pensar que ambos tienen razón: los que agreden y los que sufren la agresión”.

Pero esto habla de un país muy irritable, muy intoxicado: “un país muy enfermo”, confirma Scarano, “donde se estrechan los márgenes de la libertad, porque se vive la libertad del otro como una agresión”.

Conocemos el bullying, que causa enorme daño social. Y esta enfermedad de las redes… ¿qué nombre tiene? “No lo sé, sinceramente, es un fenómeno nuevo”. Cierto. Un fenómeno tan dañino que no tiene nombre.

 

 

 


PUBLICADO: 18 de septiembre de 2020