De cada 3 litros de alcohol que se consumen en Venezuela, 1 litro es de bebida ilícita producto de la clandestinidad o la adulteración, prácticas ilegales que vienen acompañadas de otras como el contrabando, la evasión de impuestos, falsificación e incluso venta de productos por parte de personas o establecimientos que no cuentan con licencia para hacerlo.
Mientras que el total mundial de consumo en litros puros de bebidas alcohólicas (cervezas, vinos y destilados o spirits) por persona mayor de 15 años está en 6.4, Venezuela cierra el 2019 en 2.2 litros, de los cuales 30% es ilícito. “El consumo se desplomó a 2 litros, vs 10 litros por persona en 1980 que es el año más alto que tenemos de consumo desde 1960, según la OMS”, dice Luis Enrique Cárdenas, director Ejecutivo de la Cámara Venezolana de la Industria de Especies Alcohólicas, Civea. “Esto significa que hoy la industria está a menos del 20% de su mejor momento”, asegura.
Según cifras de Civea, todos los indicadores de volumen caen en -15% promedio respecto a 2018 (consumo, producción, importaciones). Las exportaciones de licores también cayeron en volumen en 11%, pero subieron en valor en 15% y la proyección con base a octubre indica 77 millones de dólares; las importaciones subieron en volumen 30% y en valor 10%, estimándose en 19 millones de dólares.
De acuerdo con Cárdenas entre las causas de esta situación se encuentra una combinación de bajos precios, mayor promoción (a través de las redes sociales, sobre todo) y accesibilidad al producto ilegal; una cultura favorable al producto ilícito y la subvaloración de los riesgos que implica consumir productos ilegales, además de la doble combinación de excesivas regulaciones al sector formal e insuficiente fiscalización al informal.
Según los últimos datos de Civea, los licores legales pagaron en 2017 cerca del 7% del ingreso tributario, unos 150 millones de dólares aproximadamente. “La Ley de impuestos al alcohol y las especias alcohólicas establece que las bebidas destiladas pagan 50% (whiskys, vodka, ron), el vino 35% y la cerveza 15%”, apunta Cárdenas. “Hay que recordar que la industria y el sector formal de licores también paga IVA, Impuesto Sobre la Renta, impuestos municipales, que no están reflejados en las cifras anteriores. Por eso digo que al menos son 150 millones de dólares”.
Adicionalmente, Cárdenas menciona otro impacto importante: la imagen nacional e internacional de las bebidas que han sido cuestionadas y expuestas a través de los medios (Ron y Cocuy, principalmente), que tienen un potencial muy grande de exportación. “El año pasado exportamos 60 millones de dólares a los principales países del mundo. Las bebidas venezolanas ganan premios y es impresionante la labor del Fondo de Promoción del Ron de Venezuela, todo lo que se ha hecho en materia de Propiedad Intelectual para garantizar que el producto venezolano sea reconocido mundialmente. Detrás hay todo un trabajo y un esfuerzo con elementos de diferenciación”, explica. “Mientras ese nombre esté exponiéndose de una manera tan negativa, podría verse afectada la imagen de Venezuela como exportador de bebidas alcohólicas”.
Para Cárdenas, este es el momento de sincerar la situación, con evidencias y datos en mano de lo que está realmente pasando en Venezuela. “Por ejemplo: el caso de los impuestos, que se aplican al primer eslabón de la cadena y de ahí en adelante más nadie paga impuestos. Los industriales y los importadores, cuando sacan un producto de la planta o de la aduana, prácticamente el 70% de ese valor se está pagando a los tributos, entonces se está agobiando al sector formal y de ahí en adelante quién está pagando impuestos?”, concluye preguntando.
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PUBLICADO: 21 de diciembre de 2019