La imagen es una iconografía a color muy poderosa: Leopoldo López, el preso político más emblemático de Venezuela y uno de los más renombrado del mundo, mira -entre desafiante y comprensivo- desde las paredes de Caracas y asoma en vallas, afiches y camisetas, como parte de una campaña que recuerda, sin decirlo, que ya cumplió 2 años de prisión en la cárcel de Ramo Verde. La camiseta vistió también a cantantes de fama internacional como Nacho y Ricardo Montaner, en conmovedores actings, que obviamente fueron parte de esa campaña. El de Montaner tuvo un impacto singular desde Chile, en el Festival de Viña del Mar.
La imagen tiene un slogan con tres palabras, gráficamente transformadas en dos: “Leopoldo LibertadYa”. La técnica de los muros es la del legendario stencil. Se usan 7 stenciles para cada “impresión” y los equipos de “la Oficina de Leopoldo”, un apéndice –digamos—de Voluntad Popular, pintan hasta 200 por noche sabiendo incluso que, a veces, llega el contra ataque y brigadas chavistas tapan con blanco, a brochazo limpio, la cara del líder. “Pero sobre el blanco es más fácil… así que a la noche siguiente volvemos a poner los stenciles y otra vez tenemos a Leopoldo”, contó un brigadista, sonriente y anónimo.
La iconografía de López no responde a una foto real: es una composición muy bien resuelta con técnicas digitales, bajo la idea de deconstruir –gracias Jacques Derrida— no sólo sus imágenes históricas, sino sus gestos, posturas y miradas. El resultado transmite, con beneficio muy positivo, la alternativa de hierro: no poner una foto de Leopoldo López tras las rejas (como se lo vio siempre en los últimos 2 años) sino corporizarlo en la calle como un líder que –sin salir de la cárcel todavía-- ha dejado atrás la celda en la que pretenden sujetarlo. Una parte clave del mensaje.
Por el efecto de profundidad, que está en la mirada, pero también en la paleta de colores elegidos y repotenciados por la técnica de stenciles, la imagen se corporiza entre angelical y aguerrida, emanando fuerza, compromiso, energía, esperanza. Un ramillete actitudinal muy acentuado por el efecto diapo, que juega un rol determinante en la contundencia del mensaje.
Pero más allá de semiótica y semántica, la campaña fortalece sin duda el símbolo en el que Leopoldo López se ha convertido dentro y fuera de Venezuela. Con él se repite la historia de tantos presos de conciencia, que cuanto más los demoniza el carcelero, con mayor libertad crecen en el imaginario popular: López, dicen las encuestas, es el candidato con mayor nivel de aceptación entre los posibles futuros candidatos presidenciales de Venezuela. Riesgo y reto. Esa es la cuestión.
Raúl Lotitto
PUBLICADO: 26 de febrero de 2016