Además de Wendy's, entre 15 y 20 franquicias se han visto obligadas a bajar la santamaría en el país por causa de la crisis económica, que se ha incrementado debido a la pandemia del covid-19. Pero el sector registra sobre todo una reducción de casi 8.000 locales. Una solución que han encontrado los dueños de cadenas para surfear la hiperinflación, que ya no es una ola sino un modo de vida
El cierre de Wendy’s Venezuela, la cadena estadounidense de restaurantes de hamburguesas, encendió a finales de marzo las alarmas de todos. De los dueños de establecimientos similares, que pusieron sus bardas en remojo. De la cámara de franquicias, que ha decidido actualizar cifras para tomarle el pulso real al sector. Y por qué no, también de los fanáticos de la comida rápida. Todos preocupados por un negocio que dos décadas atrás llegó a convertir al país en el líder de toda América Latina.
Razones hay para preocuparse. Los números hablan por sí solos acerca de cómo se ha ido haciendo cada vez más pequeño el sector. En 2016, por ejemplo, había 553 franquicias en Venezuela, con 12.476 locales. En enero de 2020, es decir justo antes de la pandemia, se redujeron a 427 empresas con 5.268 establecimientos, según Alfonso Riera, socio director de Front Consulting Group, que es experta en la implementación, desarrollo y comercialización de este tipo de cadenas que ofrece a terceros modelos de réplica bajo un esquema estructurado.
Y para Profranquicias, la cámara de franquicias del país, esa cifra se ha reducido aún más en los últimos doce meses como consecuencia de la hiperinflación, así como de pandemia de covid-19, que trajo consigo el cierre de centros comerciales, donde se encuentran ubicadas buena parte de las tiendas. Así que se estima que hoy existen 300 marcas activas, 65% de las cuales son nacionales y 35% extranjeras. Y con apenas 4.500 puntos de venta en todo el territorio nacional.
La Corporación Arcos Dorados, la marca paraguas de McDonalds en toda América Latina, ha dejado claro a la Cámara que aquí está y aquí se queda. No importa que en el pasado haya tenido que tomar medidas desesperadas para sortear la crisis económica y también la escasez de algunos de sus productos básicos. Como sustituir las papas fritas internacionales por las nacionales o incluso por deditos de yuca. Y como cambiar sus clásicos empaques para reducir costos. Amén de haber pasado años sin poder cobrar sus productos en verdes en una economía dolarizada. Estándares que, hay que decirlo, han sido superados.
Al igual que McDonalds, Burger King, KFC, Domino’s Pizza, Arturo’s, Papa John’s, Church’s Chicken, Yogen Früz y Pizza Hut -esta última ahora por cierto bajo la protección de PepsiCo-, entre muchas otras, han tenido que hacer esfuerzos casi titánicos para lograr mantenerse a flote día tras día. Desde ofrecer combos a precios de locura hasta firmar alianzas con los servicios de delivery. Todo con el objetivo de seguir activos.
“Franquicias resilientes”. Así las llama Alejandro Vivas, presidente de Profranquicias, quien se refiere sobre todo a que los dueños de los negocios se han resistido en todo momento a perder su inversión, a deshacerse de locales que construyeron con tanto empeño durante décadas y, sobre todo, a despedir al personal humano que tanto tiempo y dinero les costó formar.
Igual es el caso de Subway, la franquicia estadounidense de submarinos kilométricos con mayor número de restaurantes en el mundo entero, solo que según los expertos en Venezuela ha tenido que lidiar con el hecho de que su producto no se adapta bien a la crisis económica. Esto es: para el venezolano un sandwich no es precisamente un almuerzo o una cena completa sino más bien una merienda. Algo así como un snack. En criollo: una bala fría. O caliente. Como sea. Sin importar que tenga atún, pollo, carne u otra proteína en su interior. Y aunque es cierto que la marca ha bajado la “santamaría” de la mayoría de sus locales, aún quedan abiertos algunos en el país. De manera que no se puede hablar de cierre de la franquicia.
Con Burger King ocurre en cambio algo distinto. José Sanz, que era el propietario mayoritario de la marca y en los buenos tiempos llegó a tener 50 locales, acaba de despedirse definitivamente de la firma. Cerró ocho de ellos y le vendió la docena que le quedaba al segundo franquiciante: Daniel Gorrín. Por cierto, nada que ver con los dueños del canal de noticias Globovisión. Así que la marca de hamburguesas se mantiene con unos 32 locales aproximadamente, con las que su dueño estima que pueden surfear entonces la crisis económica del país.
Entre las franquicias locales, la de La Montserratina es otro caso excepcional. Ha abierto tres locales durante la pandemia: en el Centro Comercial El Recreo, Paseo El Hatillo y el Centro Comercial Cerro Verde, en Los Naranjos.
Pero en total han desaparecido entre 15 y 20 franquicias. Entre nacionales y extranjeras. Es un hecho, según Alfonso Riera. Solo que algunas ni siquiera lo han anunciado públicamente. O ninguno de sus empleados lo ha ventilado, como ocurrió con Wendy’s. Pero sobre todo lo que ha sucedido es que los dueños de las cadenas han tenido que cerrar un buen número de locales para surfear la hiperinflación, que ya no es una ola sino un modo de vida. Unas 7.976, por la medida chica.
Es cierto que nuevas franquicias las han sustituido. Aunque las nuevas son, si se quiere, de un “nivel corporativo menor a las que han desaparecido”. Por eso es que Abel Calvo, también de Front Consulting Group, prefiere usar una metáfora deportiva para ilustrar el fenómeno: “Se han ido atletas de primera línea y han sido sustituidos por amateurs”.
El 60% de los nuevos negocios, eso sí, registra Profranquicias, está relacionado con el sector gastronómico. Mientras que el segundo sector en crecimiento tiene que ver con servicios estéticos, de salud y de tipo farmacéuticos. Y le siguen el sector moda y el de los centros de enseñanzas.
Front Consulting Group ha monitoreado el nacimiento de al menos 200 nuevos emprendimientos en el último año. Ciertamente más que nada en el ramo gastronómico. Y 60 de ellos están relacionados con el rubro de las hamburguesas, la mayoría de los cuales opera de acuerdo con el modelo conocido como “dark kitchen”, esto es, nacieron como mecanismo de subsistencia en la cocina de una casa propia o alquilada y la mayoría es manejado de forma digital. “Las ves en las redes, las pides, te llegan a casa por delivery, y las consumes”, apunta Alfonso Riera, quien agrega que algunas de esas marcas han dado ya el paso de alquilar un local propio y otras tres están haciendo incluso los trámites para apuntarse al modelo de franquicias.
“Este tipo de negocios son como una flor en el desierto”, explica él. Y no tarda en explicar por qué. “Como les va tan bien, atraen la atención de todo. Así que están condenados a crecer muy rápido. Y no solo tienen la oportunidad sino la obligación de multiplicarse, porque de lo contrario los van a copiar”.
Rara flora que, por cierto, no solo crece en Caracas. En Barquisimeto, por ejemplo, Mercado Go acaba de entregar la primera franquicia de su hipermercado digital. Y en Mérida, Move On repitió la experiencia con su instituto de enseñanza de inglés. Ni qué hablar de las 29 empresas de delivery que han nacido en pandemia, cuatro de las cuales tienen presencia en más de dos ciudades del país y han comenzado a estructurar su negocio bajo el concepto de franquicias
De las franquicias internacionales, por cierto, solo tres han llegado al país en los últimos dos años. La primera: la red española de panaderías y pastelerías Granier, que ya tiene dos establecimientos en Caracas (La Castellana y Las Mercedes) y uno en la isla de Margarita. La segunda: la mexicana Business Kids, que es un método de enseñanza de inglés para niños. Y la tercera: la estadounidense Golf for kids, para que los niños aprendan y se diviertan a jugar golf.
PUBLICADO: 21 de abril de 2021